Jornada Pantaneira

Hiram Reis e Silva -um Canoeiro eternamente em busca da Terceira Margem.

El Semanario – A Visão Paraguaia
Parte II

[…] El Capitán Medina ocultó su infantería, y él con su escuadrón se colocó, de manera a caer sobre la columna a la primera descarga de la infantería. Era un acto atrevido de especial arrojo; pero que podía traer consecuencias muy favorables, como realmente sucedió.

El enemigo emprendía su fuga descuidado, y muy lejos ([1]) de pensar que nuestras fuerzas se encontrasen ya a su paso así fue que la descarga do la infantería hecha a boca de jarro ([2]), y la inmediata arremetida de lo caballería le sorprendió completamente, y la lanza y la bayoneta, se empaparon en la sangre de los invasores, que se pusieron en dispersión cubriendo el campo con sus cadáveres.

Como dos batallones de una de las alas tuvo lugar de reunirse, y formar cuadro, el Alférez Alejos Torres con una guerrilla cargó el cuadro ([3]) que encontró todavía descubierto un costado por donde entro y lo dispersó completamente. Se calcula al enemigo una pérdida de 200 hombres en esta acción, mientras de nuestra parte no alcanzó a 16.

El castigo fue terrible, y las proezas de nuestros bravos son dignas de toda ponderación, pues ha vencido allí a un enemigo infinitamente superior en número, y elementos.

Esta prueba de intrepidez ha hecho temblar ([4]) al enemigo, pensando en un ataque general de nuestras fuerzas, y así fue que no pensó un momento en hacer la más leve oposición, sino en huir ([5]) con la mayor presteza, pues desde entonces comenzó ya por quemar sus bagajes pesados.

El 10 de mayo, se encontraba otra vez ya repasando el Apa por el mismo paso que, encontrando a nado tuvo que hacer una puente para su pasaje; por activo, y denodado Capital Medina que había engrosado sus fuerzas con el regimiento N° 21, y una compañía de infantería de Concepción al mando del Teniente Zarate, y Alférez Roa, se encontraba otra vez ya en su camino; mientras que el resto de las fuerzas guardaban sus espalda ([6]).

El enemigo marchaba en el mismo orden, y buscaba el lugar llamado Machorra, cuando de repente cayó sobre él con el ímpetu de la carga que sabe dar nuestra caballería, la fuerza que llevaba a su cabeza el Capitán Medina. La infantería enemiga no tuvo tiempo de hacer sino una descarga, cuando nuestra caballería había envuelto el cuadro, y hacia la más grande carnicería a sable y lanza; el enemigo que no pude resistir en el arroyo primero, fue incapaz de hacerlo aquí acometido por mas fuerzas, y así se dispersaron sus soldados como ovejas acosadas por los lobos.

El objeto de esta carga era dar un otro golpe al enemigo y quitarle el resto del ganado que le quedaba, para desnudarlo ([7]) de todo recurso. Esto fue llenado satisfactoriamente, porque después de la gran mortandad nuestros soldados le arrebataron cerca de 300 reses, cargueros en bueyes y mulas, y no le quedaron sino los bueyes que estaban uncidos a sus carros ([8]). Esta jornada fue espléndida para nuestras armas y muy gloriosa para los bravos soldados que en ella recogieron la palma del triunfo.

La caballería se ha portado brillantemente y la infantería con el denuedo ([9]) que le es propio. Ha habido interesantes episodios del heroico valor de nuestros soldados que la premura ([10]) e la narración nos hace desistir de consignar aquí.

Sin embargo no podemos dejar de hacer especial mérito de la bravura del soldado de caballería Leonardo Ayala, del Regimiento N° 21, vecino de San Ignacio, que en el ímpetu de la carga se dirigió resueltamente sobre un cañón para tomarlo y ya había conseguido enlazarlo, cuando cayó gloriosamente en su empeño; pero deja su nombre a la posteridad, y su ejemplo a sus compañeros de armas.

Sigamos ahora los pasos del descalabrado ejército, así como hicieron nuestros valientes para completar su desastre. Aliviaron más sus bagajes quemándolos, y continuaron su camino tomando la dirección de Nyoac; pero ya bajó la guardia de nuestra caballería que a vanguardia, retaguardia, y costado les cerraban, quitándoles todo recurso y esperanza de salvación.

Arrebatándoles sus provisiones de boca no les quedaba sino los bueyes de sus carros: aceleraron so fuga; pero nuestros soldados cuando querían dete­nerlos prendían fuego a los pajonales ([11]) que se encontraban en su camino.

Cada día que pasaba, la mortandad se aumentaba en sus filas dejando 16, 20 y 30 muertos en los lugares que acampaban, registrabase al principio en casi todos los cadáveres las huellas del sable ([12]) do los días ocho y diez; pero bien pronto acosados del hambre fueron víctimas de él.

Nuestra caballería retirando todo recurso y cerrán­doles siempre por todas partes, hacia acrecentar en ellos el padecimiento del hambre, y tuvo que recurrir a las tunas, a la raíz y corazón de los árboles ([13]), y hasta comieron perros por alimento.

Y para el colmo del desastre, Dios había reservado a esos infames para expiar su crimen un castigo aún mayor. El cólera, esa terrible peste que había asomado hasta poblaciones de los aliados, y arruinado el ejército enemigo del S. apareció entre ellos con todos sus horrores, haciendo el más espantoso estrago.

Expiación justa que la providencia ha descargado sobre la cabeza de los infames que han venido a querer esclavizar a un país Cristiano y libre.

Al principio enterraban sus cadáveres; pero después ya no pudieron hacerlo por su mucho número, y abandonaban sus muertos, entre los que se encontraron muchos oficiales y mujeres.

La mortandad fue acrecentando de día en día en sus filas, sin embargo marchaban constantemente, siem­pre conducido por nuestra caballería que formaba un círculo de fierro a su derredor. El enemigo que en todo su vigor y fuerzas había sido imponente para competir con nuestros soldados, enfermo y débil no tuvo la resolución da hacer la más mínima tentativa de ataque. Siguió su destino, vencido, y resignado a la merced de nuestras armas.

Nuestros soldados clamaban por llevar sobre aquellos restos un ataque, seguro de encontrar una victoria barata: sus Jefes no les permitieron; no era necesario, iba a derramarse inútilmente la sangre, y cuando se puedo vencer al enemigo sin ella, es más glorioso, y más conforme con la humanidad que siempre hemos tenido en cuanto es compatible con la guerra.

El resto de la columna seguía adelante dejando gran número de desertores y cadáveres. Llegó sobre las orillas del Mobtetey que encontró a nado, y tuvo que permanecer allí cinco días. Aquí fue donde la epidemia hizo en sus filas los estragos más grandes, y aquí fue también donde el Jefe de la Expedición Camisão murió, siguiéndole en el sepulcro su segundo el Teniente Coronel Galvão. El Mayor José Tomas quedó entonces a la cabeza de las fuerzas que pasaron el Mbotetey, y siguieron el rumbo de las cordilleras.

Allí quedaron cientos de cadáveres, y hasta moribun­dos, armamentos de todas clases, carros, etc. Cada día se aumentaba entre ellos el hambre y la peste; pero marchaban adelante. Nuestra caballería los pastoreaba día y noche. Entraren nuestros soldados en Nyoac que estaba completamente evacuado, y sacaron de allí gran número de fusiles, uniformes, pólvora y provisiones de boca.

Pasaron adelante, y siempre molestando al enemigo, lo llevaron hasta tirarlos el día cuatro de junio al otro lado del Aquidaban. Estaba reducida entonces la columna enemiga a menos de quinientos hombres; pero eran cadáveres ambulantes, reducidos al estado más calamitoso y desesperante.

Nunca un ejército había sufrido desastre tan terrible, y expiación más justa. Sus padecimientos han sido inmensos, su camino está trazado por sus cadáveres. Hasta 800 víctimas se han contado muertos solamente de la peste.

Dios ha auxiliado nuestras armas, para confundir a los osados que quieren exterminarnos. El ejército que quiere exterminar nuestra Patria, el ejército enemigo del Norte ha sido desecho. Se le han tomado 38 carretas con provisiones, y municiones, armas y ropas en cantidad, ganados y mulas.

El Regimiento N° 21 que siempre se ha distinguido por el ímpetu de sus cargas, ha sobresalido blandiendo esta vez sus armas, sobre la cabeza de los invasores del Norte, y digno es de notarse que siendo uno de los Regimientos que más ha peleado es el que menos ha sufrido.

Esto advierte, que la impetuosidad de la carga sobre el enemigo es una inmensa ventaja, que deben no olvidar nuestros valientes del ejército. Pero al recomendar al Regimiento N° 21, debemos colocar en las misma escala al Regimiento N° 3, la infantería de Concepción, la Compañía de Cazadores del Batallón N° 12, que son lo que más han trabajado en esta laboriosa Campaña. El ejército que venía a apoderarse de nuestras poblaciones esclavizar nues­tras familias, y trazar su línea divisoria, despeda­zando nuestro país, ha sucumbido a la aparición de la falange Paraguaya del Norte.

Ella puede decir, como Cesar: llegué, vi, vencí. El desastre de ese Ejército repercutirá como un golpe terrible sobre el ambicioso Emperador, que ve desecha ([14]) una de sus más glandes esperanzas, y le llevará una convicción más, de que sus esclavos jamás conquistarán la tierra de los libres.

Estamos pues de felicitaciones por el importante suceso que acaba de alcanzar et esfuerzo de nuestro brazo: es una venganza terrible que debe horrorizar al invasor y echar por tierra su espíritu abatido. Felicitamos ardientemente a la Patria por la nueva gloria, y al Jefe Supremo de la República, cuya previsión y tino guerrero han arrancado del enemigo tan valioso laurel.

Felicitamos a la denodada columna del Norte, castigo y terror del cobarde invasor. (EL SEMANARIO N° 690)

Por Hiram Reis e Silva (*), Bagé, 12.05.2023 – um Canoeiro eternamente em busca da Terceira Margem.

Bibliografia 

EL SEMANARIO N° 690. La Invasión del Norte – Paraguai – Assunção – El Semanario n° 690, 13.07.1867.    

(*) Hiram Reis e Silva é Canoeiro, Coronel de Engenharia, Analista de Sistemas, Professor, Palestrante, Historiador, Escritor e Colunista;  

  • Campeão do II Circuito de Canoagem do Mato Grosso do Sul (1989)
  • Ex-Professor do Colégio Militar de Porto Alegre (CMPA);
  • Ex-Pesquisador do Departamento de Educação e Cultura do Exército (DECEx);
  • Ex-Presidente do Instituto dos Docentes do Magistério Militar – RS (IDMM – RS);
  • Ex-Membro do 4° Grupamento de Engenharia do Comando Militar do Sul (CMS)
  • Presidente da Sociedade de Amigos da Amazônia Brasileira (SAMBRAS);
  • Membro da Academia de História Militar Terrestre do Brasil – RS (AHIMTB – RS);
  • Membro do Instituto de História e Tradições do Rio Grande do Sul (IHTRGS – RS);
  • Membro da Academia de Letras do Estado de Rondônia (ACLER – RO)
  • Membro da Academia Vilhenense de Letras (AVL – RO);
  • Comendador da Academia Maçônica de Letras do Rio Grande do Sul (AMLERS)
  • Colaborador Emérito da Associação dos Diplomados da Escola Superior de Guerra (ADESG).
  • Colaborador Emérito da Liga de Defesa Nacional (LDN).
  • E-mail: [email protected].

[1]    Lejos: longe. (Hiram Reis)

[2]    A boca de jarro: à curta distância. (Hiram Reis)

[3]    Cargó el cuadro: atacou o quadrado. (Hiram Reis)

[4]    Temblar: tremer. (Hiram Reis)

[5]    Huir: fugir. (Hiram Reis)

[6]    Espalda:retaguarda. (Hiram Reis)

[7]    Desnudarlo: despojá-lo. (Hiram Reis)

[8]    Uncidos a sus carros: atrelados às carroças. (Hiram Reis)

[9]    Denuedo: ousadia. (Hiram Reis)

[10]  Premura: pressa. (Hiram Reis)

[11]  Pajonales: pradarias. (Hiram Reis)

[12]  Sable: sabre. (Hiram Reis)

[13]  Corazón de los árboles: palmitos. (Hiram Reis)

[14]  Desecha: descartada.

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