Cielos constelados por nubes de tintes negros, montañas que se yerguen sobre la vegetación o habitantes de la selva sorprendidos en su vida diaria: la Amazonia que nos muestra el fotógrafo franco-brasileño Sebastião Salgado no es la de los manidos clichés de tierras rojas y ríos serpenteantes de una jungla amazónica repleta vivos colores con todos los matices de un verde luminoso, las imágenes de Salgado nos muestran en claroscuro un universo grandioso y complejo, pero muy frágil al mismo tiempo.

Manda Yawanawá del poblado de Escondido, Territorio indígena Río Gregorio, Estado de Acre, Brasil, 2016. La comunidad yawanawá, que apenas contaba con 120 miembros en los años 1970, ha logrado reconstruirse y renovarse con el saber de los ancianos.

Porque la Amazonia, que alberga 370.000 miembros de diferentes pueblos indígenas y sirve de pozo de carbono al absorber cerca del 10% del CO2 mundial, se encuentra amenazada. Según estimaciones publicadas en noviembre de 2021 por  el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, en un solo año la deforestación, en gran parte ilegal, ha aumentado un 22% con más de 13.000 km2 de selva deforestada.

En su obra Amazônia, publicada en 2021, Salgado rinde homenaje a la gran belleza de una selva que todavía estamos a tiempo de salvar. “Anhelo de todo corazón, con todas mis fuerzas y con el ánimo embargado por una viva emoción – nos cuenta – que de aquí a cincuenta años este libro no parezca el archivo de un mundo perdido. La Amazonia tiene que seguir viva”.

En 1998, Sebastião Salgado y su esposa Lélia fundaron el Instituto Terra (link is external) en su hacienda familiar del valle del Río Doce, situado en el estado brasileño de Minas Gerais, con el propósito de rehabilitar las tierras de esta comarca devastada por la erosión. En los más de veinte años transcurridos desde entonces, se han plantado unos tres millones de árboles en ejecución de un plan de restauración del bosque atlántico brasileño.

“Toda la diversidad biológica ha regresado, incluso los jaguares, que se daban por extinguidos en nuestra región”, explica el fotógrafo. Parte integrante de la Reserva de Biosfera de la UNESCO de “Mata Atlântica”, el Instituto Terra lleva a cabo una labor pedagógica de sensibilización del público a la importancia de la conservación del medio ambiente, objetivo compartido con el Programa de la UNESCO sobre el Hombre y la Biosfera (MAB), que ha cumplido en 2021 cincuenta años y con el que el fotógrafo está comprometido activamente.

Amazônia es también una exposición. Después de París, Roma y Londres, viajará a São Paulo, Rio de Janeiro y Manchester en 2022. Las imágenes de Sebastião Salgado también han sido expuestas en el marco de las celebraciones del 75ª aniversario de la UNESCO en noviembre de 2021. 

Cadena de montañas de Marauiá, municipalidad de São Gabriel da Cachoeira. Territorio ind​​ígena yanomami, Estado de Amazonas, Brasil, 2018. Ecosistema de los más diversificados del planeta, la Amazonia alberga 16.000 especies de árboles.

Chamán yanomami en el Estado de Amazonas, Brasil, en 2014. Los 40.000 yanomami constituyen el grupo ​étnico más grande de la Amazonia.

Aldeni y Josane, Territorio ind​​ígena yanomami, Estado de Amazonas, Brasil, 2014. Amenazadas de destrucción por buscadores de oro ilegales, las tierras de los yanomami se extienden por 9,6 millones de hectáreas y fueron reconocidas como Territorio indigena protegido en 1992.

Habitantes de Watoriki pasan por delante del sagrado Ceiba pentandra, un ​​árbol gigante situado en la entrada del poblado. Territorio ind​​ígena yanomami, Estado de Amazonas, Brasil, 2014.

Fuertes lluvias caen sobre el río Juruá, Estado de Amazonas, Brasil, 2009. Con una capacidad de evaporación de 1.000 litros de agua diarios por árbol, la jungla amazónica crea un flujo de humedad en el aire más importante que el de los propios ríos del Amazonas.

Archipelago fluvial de Mariuá, Río Negro, Estado de Amazonas, Brasil, 2019.

Manitzi Asháninka (a la derecha) y su hijo Tchari, o Davizinho (a la izquierda). Territorio indigena Kampa do Rio Amônea, Estado de Acre, Brasil, 2016. Los Asháninka son uno de los grupos autóctonos con la historia más larga que se conoce. Algunos restos de sus relaciones económicas y culturales con el Imperio inca se remontan al siglo XV.

Fotos: Sebastião Salgado(link is external)
Texto: Katerina Markelova, UNESCO

PUBLICADO POR: UNESCO

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