Numerosos estudios [1] demuestran que salvaguardar partes de la selva mediante la creación de Áreas Protegidas aisladas, aunque vitales para la conservación inmediata, no son una medida suficiente para garantizar la integridad de los ecosistemas. Entonces ¿Cómo proteger el bosque tropical continuo mejor conservado del mundo?

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Cuentan las historias de origen de los pueblos amazónicos, que en el principio de los tiempos, las anacondas subieron desde el Atlántico por el río Amazonas y sus afluentes repartiendo vida, y otorgándole a cada grupo humano su territorio y las leyes de manejo correspondientes, para mantener el balance en el flujo de la energía vital. Así, a lo largo de este recorrido se encuentran los puntos que conforman los sistemas de sitios sagrados, entramados de lugares claves para la conservación e integrados en el manejo de los pueblos indigenas. Esta aproximación al manejo del territorio a partir de las historias de origen de los pueblos indígenas amazónicos es una de las bases culturales que sustentan la visión que ha inspirado a indígenas, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos a llevar a cabo acciones conjuntas para mantener la conectividad ecológica y sociocultural entre las ecoregiones de los Andes, el Amazonas y el océano Atlántico, una visión conocida también como el Camino de las Anacondas, haciéndo alusión al conocimiento tradicional.

Se trata de una apuesta regional para garantizar la conectividad ecológica, social y cultural en la región al norte del río Amazonas, el área en donde se encuentra la porción de selva húmeda tropical más intacta del planeta, para así mantener su estrecha relación con las dos grandes bioregiones con las que colinda -los Andes y el Atlántico. Esta visión es una apuesta para mantener la alta biodiversidad que alberga esta región, y le da resiliencia al sistema como un todo, para mantener los sistemas de soporte a la vida como el ciclo del agua y el ciclo del carbono, entre otros. Por conectividad ecológica se entiende el movimiento ininterrumpido de especies y el flujo de procesos naturales que sostienen la vida en la Tierra[2], una condición sin la cual los ecosistemas no pueden funcionar de manera adecuada, por ende, sin esta, la biodiversidad y otros elementos fundamentales para la vida se ponen en riesgo. Bosques como el del Amazonas, por su ubicación geográfica, sus atributos ecológicos y su extensión, cumplen una función importante en la regulación del clima global, por lo que algunos científicos han catalogado este tipo de masas boscosas como “bosques protectores del clima”.[3]

Se han realizado esfuerzos en diferentes países de la región al norte del río Amazonas que contribuyen a esta visión, por eso hoy gran parte de esta región se encuentra bajo alguna figura de protección, conformando complejos de mosaicos ecológico-culturales con campos de acción a nivel local, regional, nacional e internacional.

La Alianza NorAmazónica, una apuesta desde la sociedad civil para mantener la conectividad 

Las organizaciones de la sociedad civil, con una vision compartida del Amazonas como sistema, se han unido para incidir en pro de la iniciativa por la Conectividad Andes, Amazonas, Atlántico, y conformar una Alianza para hacerlo. Este interés conjunto le ha dado vida a la Alianza NorAmazónica, conformada por ocho ONG que trabajan en la región al norte del río Amazonas. Todas estas organizaciones cuentan con más de treinta años de experiencia, capacidad de acción en terreno y una visión para escalar estrategias exitosas, cuyo impacto en la conservación del Amazonas ha sido demostrado. Sus aportes son vitales para la consolidación de la conectividad y el fortalecimiento de la gobernanza de los pueblos indígenas y comunidades locales. Aun así, sus acciones conjuntas respetan la soberanía de los países amazónicos y la autonomía y autodeterminación de los Territorios Indígenas que forman parte del área, y motivan a otros actores clave de la región a definir su propia estrategia de conectividad.

¿Qué área abarca esta iniciativa?

El área de trabajo de la Alianza se concentra en la región al norte del río Amazonas. Tiene una extensión aproximada de 265 millones de hectáreas e incluye la totalidad de la Amazonía Colombiana y parte de Brasil, Ecuador, Perú, Guyana Francesa, Guyana, Surinam y Venezuela. El 80 % (180 millones de hectáreas) está compuesto por 2.003 Territorios Indígenas con formas únicas de manejar el bosque a lo largo de 112 millones de hectáreas, y 222 Áreas Naturales Protegidas en 91 millones de hectáreas. Adicionalmente, incluye áreas sin categorías de protección específica y alrededor de 440 centros rurales y urbanos.

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¿Por qué es importante la conectividad?

La conectividad de la Amazonía con la cordillera de los Andes y el Océano Atlántico es una condición fundamental para garantizar la vida, de la cual dependen los pueblos originarios que custodian los bosques, así como para la regulación del clima del planeta. A continuación describimos aquellos sistemas de soporte a la vida que hacen que esta iniciativa sea tan importante:

  • Garantiza el flujo de agua 

A través del proceso que se conoce en la ecología como evapotranspiración, cada árbol absorbe agua a través de sus raíces y la libera hacia la atmósfera en forma de vapor. Al haber un numero tan alto de árboles en la selva, se crea un vacío debido al cambio de presión por el vapor liberado, lo que hace que la humedad viaje desde el Atlántico a lo largo de la Amazonía hasta los Andes, con la ayuda de los vientos.

Un árbol de 20 metros de diámetro de la selva tropical amazónica transpira hasta 1.000 litros de agua al día, así que se estima que los bosques de la Amazonía liberan 20.000 millones de toneladas métricas diarias de agua que viajan por los ríos voladores, a través de las nubes que genera la evapotranspiración de los árboles. Estos llamados “ríos voladores” o grandes flujos de agua viajan en forma de nubes provocando lluvias a más de 3.000 kilómetros de distancia. En su recorrido, no solo abastecen de agua a los Andes, sino que influyen en los patrones de lluvia de regiones distantes como el sur de Brasil, Uruguay y Argentina, y el cordón agrícola de las grandes planicies estadounidenses. Por eso, son fundamentales para el ciclo hídrico de todo el continente.

  • Regula el clima 

Otro de los servicios ecosistémicos que garantizamos al consolidar la conectividad es la regulación del clima. De hecho, científicos como James Lovelock afirman que estos bosques ayudan a mantener la temperatura del planeta uno o dos grados más fría. ¿Cómo? La evapotranspiración de los árboles promueve la creación de nubes blancas con albedo alto, es decir, hacen que se refracte la luz solar y la tierra mantenga su temperatura. Además, el agua que transpira un árbol enfría lo equivalente a dos aires acondicionados domésticos en un día, y se calcula que son 400 mil millones de árboles en toda la Amazonía.

  • Mantiene la diversidad Biológica 

La conectividad posibilita el tránsito de especies, la dispersión de semillas y el flujo genético asegurando la diversidad biológica, lo que le da más resiliencia al sistema[4]¿Qué quiere decir esto? La conectividad de los ecosistemas permite la funcionalidad de los mismos y de la biodiversidad. Desde los años 70 se ha demostrado que áreas aisladas de selva pierden su funcionalidad y tiende a deteriorar la diversidad biológica en ellas, con graves consecuencias para los ecosistemas, su funcionamiento y su capacidad de regulación.[5] Lovejoy citado en Tollefson. 2013Además, la conectividad disminuye la tasa de extinción posibilitando el tránsito de especies, la dispersión de las semillas, el flujo de genes y la colonización de sitios adecuados[4].  Junto con esto, facilita las migraciones estacionales y diarias entre una variedad de hábitats, aporta a la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas y a la recuperación del paisaje. [6]

Cabe resaltar que al salvaguardar el flujo genético entre las poblaciones, aseguran que las especies sean más capaces de adaptarse al cambio climático.

  • Asegura la conectividad social y cultural 

Salvaguardar la conectividad en esta vasta región no solo asegura la protección de factores ambientales, también promueve la conectividad de las relaciones humanas, articulando a la comunidad científica, académica e institucional, y entre organizaciones rurales y urbanas.

Este mosaico ecológico-cultural que se extiende más allá de las fronteras políticas, es una oportunidad para un manejo integral de la región. Puede ser visto como un centro de innovación ya que tiene un alto potencial técnico, científico y económico que busca nuevas posibilidades y soluciones para coexistir con la naturaleza.

Esta es una oportunidad para escucharnos los unos a los otros, para comprender cómo nos podemos relacionar de manera más respetuosa con nuestro entorno, y como podemos compartir soluciones exitosas para que sean replicadas. Solo a través del diálogo entre diferentes sistemas de pensamiento encontraremos las respuestas para abordar los grandes retos de la actualidad.

*La Alianza Noramazónica está compuesta por ocho ONG de distintos países de la región y son:

Guyana Society for Biodiversity and Ecosystems 

Instituto del Bien Común

Instituto de Pesquisa e Formaçao Indígena IEPÉ

Ecociencia 

Nature and Culture International

Sociedad Peruana de Derecho Amabiental SPDA

Wataniba

*Fotos de: Juan Gabriel Soler – Gaia Amazonas

[1]  Castillo, Correa Ayram, Matallana Tobón, Corzo, Areiza, González-M, Serrano, Chalán Briceño, Sánchez Puertas More, Franco, Bloomfield, Aguilera Orrury, Rivadeneira Canedo, Morón-Zambrano, Yerena, Papadakis, Cárdenas, Golden Kroner, Godínez-Gómez. 2020

[2]Taylor et Al. 1993

[3]Makarieva. 2020

[4]Noss, R. 1992.

[5]Lovejoy citado en Tollefson. 2013

[6]Beier & Noss. 1998.

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